De filosofía, colores y humores
(Publicado el lunes 7 de diciembre del 2009, en el periódico El Caribe)
La vida trae consigo enseñanzas invaluables. Nunca es tarde para aprender y este concepto predicado por maestros de maestros de la talla del insigne educador Eugenio María de Hostos (1839-1903), replicado una y otra vez por uno de sus mejores discípulos, el profesor Juan Bosch, de cuyo nacimiento celebramos su primer centenario, (1909-2009), lo he asumido con pasión.
Aparte de que he vuelto a las aulas universitarias para materializar una aspiración de siempre, formarme en el Derecho, sigo la costumbre de escudriñar, sobar y resobar, masticar cada cosa que me cae en las manos, lo que me rodea, lo que huelo, lo que respiro, herencia de mi condición de periodista de hace un cuarto de siglo.
En estos días, en los que nos invaden los mensajes publicitarios “…para ser más bella, más delgada, más activa sexualmente, más atractiva, más coqueta, más deseada… más… de todo”, decidí seguir los pasos de muchos famosos. Un folleto, que es lo que en español significa el vocablo francés “brochure”, cuyo titular rezaba: “Complementa tu belleza”, me cayó en las manos, como del cielo.
Me sentí respondida. ¡Justo era lo que buscaba! Complementar mi belleza, la que siempre he exhibido con mucho orgullo, la de la negra caribeña, mezcla de los colonizadores españoles, con todo el énfasis de la negritud indígena y variopinta; la que llevo dentro, la que me ha permitido ser dominicana, mujer, hija, madre, hermana, amiga, profesional, y quién sabe cuántas expresiones más de verdadera y profunda belleza, pero….¡Oooooooh…decepción!...
El documento publicitario de marras hablaba de distintas pieles y las implicaciones o resultados que reciben con la aplicación de tal o cual color, de aquel o este cosmético. Supuse que hubo algún error, porque en ningún caso refería los colores oscuros, y decidí presentarme ante una de las expertas que ofrecen servicios en plazas y centros comerciales, en representación de firmas de maquillaje nacionales e internacionales. El resultado fue catastrófico. ¡Inenarrable!
-“¡Saludos, señorita! Disculpe, busco el color adecuado para la pigmentación de mi piel. En un folleto, leí recomendaciones para las pieles amarillo-naranja, rojo-naranja, rojas y azul-roja, pero en ninguna de estas entro yo. La mía es negra, como verá”- dije a la joven que, además, me miraba con cierto desdeño.
Su respuesta fue fulminante para mi orgullo. “Ah, sí… es verdad. No tenemos bases para pieles oscuras, pero, oiga, usted no es negra. Usted es una morena muy lava´ita”, dijo, mientras revisaba envases en la vidriera. “Le podemos mostrar algunos tonos, a ver cuál le asienta mejor”, añadió. Le brindé la más cínica, sarcástica y burlesca de las sonrisas y sólo atiné a comentarle: “ahora entiendo, verdaderamente, a Sammy Sosa”.
Patricia Arache
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